LA POESÍA ROBERTO BOLAÑO









LA POESÍA DE ROBERTO BOLAÑO


                                CARLOS HUERGA*


Roberto Bolaño es ante todo poeta; lo es porque fue poeta antes que novelista, porque fue incansable lector de poesía antes que de novelas y porque su sensibilidad, su mirada incisiva es la del poeta.

Él siempre reconoció su admiración por los poetas arcaicos griegos o los simbolistas franceses, pero sus gustos son vastos y eclécticos: Borges, Whitman, los beatniks, poetas y juglares medievales, Virgilio, Nicanor Parra, Poe...

Sin embargo y a pesar de sus preferencias poéticas, Bolaño tiene como todo poeta y artista una personalidad y un mundo poético propios. Es cierto que su poesía y su prosa se dan de la mano, porque la personalidad literaria del escritor chileno no conoce fronteras estructurales o genéricas. Por ejemplo, la novela Amberes tiene mucho de poemas y su poemario Prosa del otoño en Gerona (perteneciente al libro Tres) tiene mucho de novela (ya sugerido en el propio título). ¿Dónde se distinguen los géneros? ¿Qué delimita la poesía de la prosa? Lo que está claro es que Bolaño es un poeta que también escribe novelas, pero por su mirada, su sensibilidad, su lenguaje y su misterio es siempre un poeta: ¿o no les parece que también lo son Cortázar y Proust?

En cuanto a posibles influencias creo que no es fácil detectarlas en alguien tan ecléctico y que sabe sintetizar muy bien las lecturas. Pero las hay, como por ejemplo, los poetas arcaicos griegos o incluso los latinos, en el lenguaje dado a la oralidad (tan significativo en Bolaño). Además la poesía de Bolaño contiene verdaderos cantos y elegías pero sin el tono declamatorio de los poetas clásicos, con ecos de Arquíloco u Homero.

Aunque Bolaño dejó claro que le privaba Rimbaud y otros poetas franceses de los llamados simbolistas, no parece haber analogías o influencias notables de aquéllos, dado que los simbolistas suelen resultar herméticos y a veces intelectualizan los poemas y Bolaño huye de esas cualidades, si bien se aprecia cierta visión inédita y misteriosa unida a una tensión que nos ofrece una mirada nueva de la realidad. Sí es más claro la desesperación y la huída hacia delante (propia de Rimbaud) y la admiración de la belleza (propia de Baudelaire). También tiene otros puentes con cierta poesía beat, como Allen Ginsberg, en el verso prosaico, el lenguaje coloquial e intenso, a veces deudor del realismo sucio y la visión descarnada y crítica con el sistema, tan típica del movimiento beat (que por cierto también tienen su impronta en Los detectives salvajes). Pero todavía podríamos añadir en algunos poemas de Bolaño, que no en todos, visiones alucinatorias, pasajes oníricos que indudablemente nos llevan a poetas como el Ginsberg de los poemas "Aullido" o “Supermercado en California”.

En este sucinto repaso de posibles influencias, la figura reconocida por Bolaño de Nicanor Parra no puede pasar desapercibida: los antipoemas de Parra contienen algunos elementos propios de Bolaño, como la ironía, el discurso semi-narrativo, lenguaje coloquial, escepticismo y sobre todo un ejemplo de personalidad literaria al margen de las modas y el Mercado. La poesía de Parra se mueve entre lo tradicional y la transgresión, y tal vez sea esta dualidad la que mejor define, no sólo la poesía, sino toda la obra de Bolaño.


Poesía y prosa

Roberto Bolaño tiene varios poemarios desperdigados por México y España en ediciones marginales y prácticamente inencontrables y también tiene poemas en algunas antologías de poesía hispanoamericana, pero básicamente se conocen dos libros publicados en España: Los perros románticos (Lumen) y Tres (El Acantilado). El primero contiene poemas escritos entre 1980 y 1998, por lo que se da cuenta de gran parte de su obra poética. Sin embargo, queda todavía la necesaria labor de reunir su importante obra poética que esperemos no tarde mucho en suceder.

Pere Gimferrer habla en el prólogo de Los perros románticos de que la prosa de Bolaño “es una forma, apenas enmascarada, de poema e incluso de antipoema”. Ya he aludido la influencia de Parra, al prosaísmo mezclado con el lenguaje oral.

La poesía de Bolaño es hermana de su prosa. Él mismo dijo (en nuestra entrevista) que su poesía es platónica y su prosa aristotélica. Yo diría que Roberto Bolaño, el escritor, es homérico. O que su obra cobra dimensiones homéricas.

Bolaño no busca la metáfora perfecta y sin embargo es un gran poeta. Lo es porque demuestra un uso del lenguaje personal y depurado, preciso y sugerente a la vez, y aunque apenas existen metáforas en su poesía sí abundan las imágenes y la plasticidad y una nueva mirada de la realidad.

Hay varios temas comunes en sus poemas de Los perros románticos. La vida como fuente de vida, la memoria, la frustración, la intensidad de la vida. Pero también la literatura como tema propio. Incluso en el mayor número de veces mezcla como es usual en él la literatura y la realidad: poemas como “Fragmentos” o “Soni” son muestra de ello. En otros como “Resurrección” aborda una personal poética.

Por otra parte resulta curiosa la analogía temática de su libro de poesía Los perros románticos con su novela Los detectives salvajes. Rodrigo Fresán ya sugirió que se podrían intercambiar los títulos por Los perros salvajes y Los detectives románticos y la verdad es que no le falta razón. Los personajes que deambulan en los poemas de Los perros románticos son los mismos que los de Los detectives salvajes: Mario Santiago y el propio Bolaño (que son Ulises Lima y Arturo Belano en la novela) y los espacios son similares por no decir iguales: un México caótico y romántico, crepúsculos en Barcelona y algunos títulos de los poemas como “Los detectives perdidos” o “Soñé con detectives helados en el gran...”. Además, los perros, los poetas y los detectives suelen ser seres desarraigados, marginados en medio del camino. Esto no hace sino confirmar que la obra de Bolaño dialoga consigo misma.

En el libro Tres encontramos tres poemarios distintos: Prosa del otoño en Gerona muestra a un Bolaño más impreciso de lo habitual y con un lenguaje intenso. Se trata de fragmentos que relatan un desencuentro amoroso pero con una intensidad que oscila entre el sueño y la alucinación que tanto gustaban a Bolaño. En todo caso es una poesía diferente a la que cultivará más tarde, de hecho, si hacemos caso de la fecha que añade al final del poemario (1981) es cercana al libro Amberes (escrita a principios de los 80 aunque publicada recientemente) y es que hay varias similitudes argumentales e incluso de estilo.

Los Neochilenos es un poema largo a medio camino entre la épica y el road-movie. Con un lenguaje mucho más sencillo, totalmente oral, con una argumentación que recuerda a la poesía beat. Pero como siempre, Bolaño mezcla registros e influencias, por lo que nunca podemos decir que no tiene algo personal del propio Bolaño: la ironía, el viaje, el entorno político y social sesgado por la dura realidad hispanoamericana. Como es tan usual en el escritor chileno, los personajes son jóvenes con ilusiones que se ven vencidos por la realidad.

Y el último poemario de Tres es Un paseo por la literatura donde otra vez Bolaño cambia de registro para sumergirse en una serie de fragmentos que están relatados y poetizados desde los sueños con escritores y rindiendo varios homenajes. Una vez más Bolaño sorprende por su mirada alucinada y enigmática, tal vez influenciado por el surrealismo.

Aunque Roberto Bolaño es conocido mayormente como novelista, las claves de su obra y su personalidad están ya dadas en sus poemas de juventud, y en ese libro que recoge una buena parte de su poesía que es Los perros románticos.

Carlos Huerga


* Artículo publicado en el sitio Deriva: revista de literatura y cine y reproducido con autorización del autor.


AUTORRETRATO A LOS VEINTE AÑOS

Me dejé ir, lo tomé en marcha y no supe nunca
hacia dónde hubiera podido llevarme. Iba lleno de miedo,
se me aflojó el estómago y me zumbaba la cabeza:
yo creo que era el aire frío de los muertos.
No sé. Me dejé ir, pensé que era una pena
acabar tan pronto, pero por otra parte
escuché aquella llamada misteriosa y convincente.
O la escuchas o no la escuchas, y yo la escuché
y casi me eché a llorar: un sonido terrible,
nacido en el aire y en el mar.
Un escudo y una espada. Entonces,
pese al miedo, me dejé ir, puse mi mejilla
junto a la mejilla de la muerte.
Y me fue imposible cerrar los ojos y no ver
aquel espectáculo extraño, lento y extraño,
aunque empotrado en una realidad velocísima:
miles de muchachos como yo, lampiños
o barbudos, pero latinoamericanos todos,
juntando sus mejillas con la muerte.


Pintura de Paula Avendaño, Chile



















RESURRECCIÓN

La poesía entra en el sueño
como un buzo en el lago.
La poesía, más valiente que nadie,
entra y cae
a plomo
en un lago infinito cono Loch Ness
o turbio e infausto como el lago Batalón.
Contempladla desde el fondo:
un buzo
inocente
envuelto en las plumas
de la voluntad.
La poesía entra en el sueño
como un buzo muerto
en el ojo de Dios.


LOS DETECTIVES HELADOS

Soñé con detectives helados, detectives latinoamericanos
que intentaban mantener los ojos abiertos
en medio del sueño.
Soñé con crímenes horribles
Y con tipos cuidadosos
que procuraban no pisar los charcos de sangre
y al mismo tiempo abarcar con una sola mirada
el escenario del crimen.
Soñé con detectives perdidos
en el espejo convexo de los Arnolfini:
nuestra época, nuestras perspectivas,
nuestros modelos del Espanto.
















LOS PERROS ROMÁNTICOS

En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el espacio de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
Y aquí me voy a quedar.

Comentários

  1. Zantoc: me he hecho seguidor de Poemargens porque amo la poesía y encuentro buen material aquí. La reseña sobre Bolaño y los poemas seleccionados me gustaron mucho. La poesía en ropa de calle, sin maquillaje, despeinada por el viento intenso de la vida, es la que queda. También el lúcido alucinamiento del que mira la vida tal cual es sin esperar nada de ella y sin miedo. Excelentes poemas. Parabéns por su blog.

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