José Emilio Pacheco







José Emilio Pacheco Berny (Ciudad de México, 30 de junio de 1939). Poeta, narrador, ensayista y traductor es uno de los escritores más importantes de la literatura mexicana del siglo XX.

Estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde inició sus actividades literarias en revistas estudiantiles. Colaboró en el suplemento Ramas Nuevas de la revistaEstaciones, y fue jefe de redacción del suplemento México en la Cultura. Ha sido profesor en universidades de México, Estados Unidos, Canadá e Inglaterra.

Su obra poética, caracterizada por la depuración extrema de elementos ornamentales, destaca por su compromiso social con su país. Temas como el paso del tiempo, la vida o la muerte vertebran su obra. De su poesía destacan Los elementos de la noche (1963), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Los trabajos del mar (1984), Miro la tierra (1986) y Ciudad de la memoria (1989).

Su obra narrativa destaca por la experimentación en nuevas estructuras y técnicas narrativas. Temas como la pérdida y singularidad de la niñez, así como la relaciones afectivas son recurrentes en su obra, aspectos todos ellos enmascarados por su preocupación social e histórica de México. Como narrador destacan sus relatos El viejo distante (1963), El principio del placer(1972), La sombra de la Medusa y otros cuentos marginales (1990) y la novelaMorirás lejos (1967) y Las batallas del desierto (1981). Sus artículos y ensayos son numerosos y casi todos versan sobre literatura, aunque también abordan asuntos políticos y sociales. Destaca también su labor como editor y traductor.

Entre los galardones otorgados destacan los premios Magda Donato (1967),Xavier Urrutia (1973), Premio Nacional de Periodismo (1990), Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de la lingüística y literatura (1992), Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009) y el Premio Miguel de Cervantes(2009).

Es miembro de El Colegio Nacional (México) desde 1986 y profesor distinguido en el Departamento de Español de la Universidad de Maryland.
























Indeseable

No me deja pasar el guardia.
He traspasado el límite de edad.
Provengo de un país que ya no existe.
Mis papeles no estân en orden.
Me falta un sello.
Necesito otra firma.
No hablo el idioma.
No tengo cuenta en el banco.
Reprobé el examen de admisión.
Cancelaron mi puesto en la gran fábrica.
Me desemplearon hoy e para siempre.
Caresco por completo de influencias.
Llevo aquí en este mundo largo tiempo.
Y nuestros amos dicen que ya es hora
de callarme y hundirme en la basura.


* * *


A quien pueda interesar

Que otros hagan aún
    el gran poema
los libros unitarios
    las rotundas
obras que sean espejo
    de armonía

A mí sólo me importa
    el testimonio
del momento que pasa
    las palabras
que dicta en su fluir
    el tiempo en vuelo

La poesía que busco
    es como un diario
en donde no hay proyecto ni medida

* * *


Vida de los poetas

En la poesía no hay final feliz.
Los poetas acaban
viviendo su locura.
Y son descuartizados como reses
(sucedió con Darío).
O bien los apedrean y terminan
arrojándose al mar o con cristales
de cianuro en la boca.
O muertos de alcoholismo, drogadicción, miseria.
O lo que es peor: poetas oficiales,
amargos pobladores de un sarcófago
llamado Obras Completas.


***

La gota 

La gota es un modelo de concisión:
todo el universo
encerrado en un punto de agua.

La gota representa el diluvio y la sed.
Es el vasto Amazonas y el gran Océano.

La gota estuvo allí en el principio del mundo.
Es el espejo, el abismo,
la casa de la vida y la fluidez de la muerte.

Para abreviar, la gota está poblada de seres
que se combaten, se exterminan, se acoplan.
No pueden salir de ella,
gritan en vano.

Preguntan como todos:
¿de qué se trata,
hasta cuándo,
qué mal hicimos
para estar prisioneros de nuestra gota?
Y nadie escucha.
Sombra y silencio en torno de la gota,
brizna de luz entre la noche cósmica
en donde no hay respuesta.

* * *

Un poeta novohispano 

Como se ahogaba en su país y era imposible
decir una palabra sin riesgo
Como su vida misma estaba en manos
de una sospecha una delación un proceso
el poeta
llenó el idioma de una flora salvaje
               proliferaron
estalactitas de Bizancio en sus versos

Acaso fue rebelde acaso comprendió
     la ignominia de lo que estaba viviendo
El criollo resentido y cortés al acecho
     del momento en que se adueñaría de la patria ocupada
por hombres como sus padres en consecuencia
     más ajenos más extranjeros más invasores todavía

Acaso le dolió tener que escribir públicamente tan sólo
     panegíricos versos cortesanos
Sus poemas verdaderos en los que está su voz
     los sonetos
que alcanzan la maestría del nuevo arte
     a la sombra de Góngora es verdad
pero con algo en ellos que no es enteramente español
     los sembró noche a noche en la ceniza

Han pasado los siglos y alimentan
una ciega sección de manuscritos



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