Leopoldo María Panero
A
canção do croupier do Mississipi
“Fifteen
men on the Dead Man's Chest.
Yahoo! And a bottle of rum!” (1)
Yahoo! And a bottle of rum!” (1)
Canção pirata
Fumo muito. Em
excesso.
Fumo para passar o
tempo e às vezes ouço o rádio,
e ouço a vida passar
como quem liga o rádio.
Fumo muito. No
cinzeiro existem
ideias e poemas e
vozes
de amigos que não
tenho. E tenho
a boca cheia de
sangue,
sangue que sai das
fendas no meu crânio
e toda a minha alma sabe
a sangue,
sangue fresco não sei
se de porco ou do homem que sou
em toda a minha alma
esfaqueada por mulheres e crianças
que se movem ingênuas,
torpes, nesta
vida que eu já
conheço.
Súbito percebo meu
peito inquieto,
e não sinto um
coração Não há,
não há ninguém nessa
coisa chamada coração
mas talvez no álcool,
neste
sangue que eu bebo e que
é o sangue de Cristo,
o único sangue neste
mundo que não existe
e parece o Mal
programado, ou
uma fábrica da vida
ou um alfaiate
que esqueceu quem é e
continua vivo, ou
talvez o relógio e as
horas fugazes.
Apalpo-me,
nervoso, os olhos e os pés e o polegar
da
mão meto-o no olho, estou sujo
e a
minha vida fede.
Sonho
que vivi e tenho um nome qualquer (2)
e
que essa história é verdadeira, esse
absurdo
que denunciam os meus olhos,
esse
delírio em Vera Cruz, e que esse
país
certamente é parecido com o Inferno
a
que chamam Espanha, ouvi
aos
mortos que o Inferno
é
melhor que isso e mais bonito.
Digo
a mim mesmo que sou Pessoa, como Pessoa era
Álvaro
de Campos,
digo
a mim mesmo que estar bêbado é não o estar
toda
a vida, é
estar
bêbado de vida e não de morte,
é um sangue distinto
daquele outro
espesso que se
infiltra nos telhados e nas paredes
e nos buracos da
vida.
E não existe outra
comunhão
nenhum outro espasmo
além deste vinho
e nenhum outro sexo
ou mulher
senão o copo de
álcool beijando meus lábios
esse copo de álcool
que carrego no
cérebro, nos pés, no
sangue.
Este copo de vinho tinto
ou branco,
de genebra ou rum ou o
que quer que seja
- genebra e cerveja,
por exemplo -
que é como a
infância, e não é
fuga, evasão ou sonho
apenas a única vida
real e tudo o que é possível
e agarro a taça de
novo como o pescoço da vida e conto
a qualquer um que é
provável que esteja
aí a vida dos deuses
e nuns dias sou Caim,
e noutros
um jogador de pôquer
que bebe uísque com estilo e noutros
um caçador de riquezas
que, por outro lado, já fui
mas o meu é como em
"Sweet Bird of Youth" (3)
um caçador de riquezas
bonito e alcoólatra, e outros dias,
um assassino tímido e
psicótico, e outros
alguém que morreu
sabe-se lá há quanto tempo,
em que cidade, entre
marinheiros bêbados. Alguns se lembram
de mim, dizem
com o copo na mão, falando
muito,
falando para poder descobrir
que
não há nada melhor
que dizer
a si mesmo uma
proposição de Wittgenstein enquanto sobe
a maré de vinho no
sangue e na alma.
Ou alguém perdido nas
galerias de espelho
à procura da
namorada. E outras vezes
sou Abel que tem um
plano perfeito
para resgatar a vida
e restaurar os homens
e também às vezes
choro por não ser escravo
preto no sul,
chorando
entre as plantações!
A ruína é tão bela,
tão profunda
conheço todas as suas
cores e é
como uma sinfonia da
música de despedida,
como música que eles
tocam no futuro,
e não tenho mais
sangue nas veias, só álcool,
tenho sangue nos
olhos de bêbado
e a alma invadida por
sangue como um vômito,
e vomito minha alma
pelas manhãs,
após passar a noite
inteira a jurar
na frente de uma
boneca de borracha que Deus existe.
Escrever na Espanha
não é chorar, é beber,
é beber a ira de quem
não se resigna
a morrer nas esquinas,
é beber e maldizer,
blasfemar contra a
Espanha
contra este país sem
deuses mas com
estátuas de deuses, é
beber na igreja com
música de órgão
é ficar bêbado nos
recitais e manchar de vinho
tinto e sangue
"Le livre des masques" de Rémy de Gourmont
cair embriagado
babado e tonto e
desabar como uma
árvore diante das lanternas
desse baile cultural. Escrever na Espanha é ter
no sangue até a borda
esse álcool de loucura que já
não justifica nada
nem ninguém, nem a sombra
daqueles que existiam
no início.
E diga ao morrer,
quando já tiver
na boca e na cabeça a
baba do suicídio
gritá-los para as
sombras, para as que há e fantasmas
neste paraíso para
espectros
e também ao cervo que
vi na floresta,
e aos pássaros e aos
lobos na rua
a espreitar pelos
cantos
"Fifteen men on
the Dead Man's Chest
Fifteen men on the Dead Man's Chest
Yahoo! And a bottle of rum!"
Fifteen men on the Dead Man's Chest
Yahoo! And a bottle of rum!"
(1) Canção dos piratas no livro A ilha do tesouro, de R L. Stevenson.
(2) Referência ao
livro de Calderón de La Barca -, “La
vida es un sueño”.
(2) Peça de Tennessee
Williams. No Brasil, “O doce pássaro da juventude”;
In Last River Together, 1980.
Eis o original
Canción
del crupier del Mississipi
“Fifteen
men on the Dead Man's Chest.
Yahoo! And a bottle of rum”»
Yahoo! And a bottle of rum”»
Canción
pirata
Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el Mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
Me palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi vida oliendo.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
Y es que no hay otra comunión
ni otro espasmo que este del vino
y ningún otro sexo ni mujer
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
que este vaso de vino oscuro o blanco,
de ginebra o de ron o lo que sea
- ginebra y cerveza, por ejemplo -
que es como la infancia, y no es
huida, ni evasión, ni sueño
sino la única vida real y todo lo posible
y agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vida de los dioses
y unos días soy Caín, y otros
un jugador de poker que bebe whisky perfectamente y otros
un cazador de dotes que por otra parte he sido
pero lo mío es como en "Dulce pájaro de juventud"
un cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un asesino tímido y psicótico, y otros
alguien que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la marea del vino en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su Novia. Y otras veces
soy Abel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
y también a veces lloro por no ser un esclavo
negro en el sur, llorando
entre las plantaciones!
Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es
como una sinfonía la música del acabamiento,
como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto y sangre "Le livre des masques" de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en Espanã es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.
Y decir al morir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas
"Fifteen men on the Dead Man's Chest
Fifteen men on the Dead Man's Chest
Yahoo! And a bottle of rum!"
Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el Mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
Me palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi vida oliendo.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
Y es que no hay otra comunión
ni otro espasmo que este del vino
y ningún otro sexo ni mujer
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
que este vaso de vino oscuro o blanco,
de ginebra o de ron o lo que sea
- ginebra y cerveza, por ejemplo -
que es como la infancia, y no es
huida, ni evasión, ni sueño
sino la única vida real y todo lo posible
y agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vida de los dioses
y unos días soy Caín, y otros
un jugador de poker que bebe whisky perfectamente y otros
un cazador de dotes que por otra parte he sido
pero lo mío es como en "Dulce pájaro de juventud"
un cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un asesino tímido y psicótico, y otros
alguien que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la marea del vino en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su Novia. Y otras veces
soy Abel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
y también a veces lloro por no ser un esclavo
negro en el sur, llorando
entre las plantaciones!
Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es
como una sinfonía la música del acabamiento,
como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto y sangre "Le livre des masques" de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en Espanã es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.
Y decir al morir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas
"Fifteen men on the Dead Man's Chest
Fifteen men on the Dead Man's Chest
Yahoo! And a bottle of rum!"
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