César Vallejo
Pintura de Miguel Gutiérrez Correa |
Mesmo existindo
algumas outras traduções deste famoso poema de , resolvi arriscar
a minha,
Los
heraldos negros
Hay golpes en la
vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero
son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas
de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino balsfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
de alguna fe adorable que el Destino balsfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre...
Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro los llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.
cuando por sobre el hombro los llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la
vida, tan fuertes... Yo no sé!
*
* *
Os
arautos negros
Há golpes nesta vida,
tão fortes... Eu não sei!
Golpes como do ódio de Deus; diante dos quais
a ressaca de todo o sofrimento
se empoçasse na alma... Eu não sei!
Golpes como do ódio de Deus; diante dos quais
a ressaca de todo o sofrimento
se empoçasse na alma... Eu não sei!
São poucos; mas
são... Abrem valas escuras
no rosto mais fero e no dorso mais forte.
Serão talvez os potros de bárbaros átilas;
ou os arautos negros que nos manda a Morte.
no rosto mais fero e no dorso mais forte.
Serão talvez os potros de bárbaros átilas;
ou os arautos negros que nos manda a Morte.
São as quedas
profundas dos Cristos da alma,
de alguma fé adorável que o Destino blasfema.
Esses golpes sangrentos são as crepitações
de algum pão que nos queima na porta do forno.
de alguma fé adorável que o Destino blasfema.
Esses golpes sangrentos são as crepitações
de algum pão que nos queima na porta do forno.
E o homem... Pobre...
pobre! Volve os olhos, como
quando por cima dos ombros um aviso nos chama;
volve os olhos loucos, e todo o já vivido
se empoça, como um charco de culpa, nesse olhar.
quando por cima dos ombros um aviso nos chama;
volve os olhos loucos, e todo o já vivido
se empoça, como um charco de culpa, nesse olhar.
Há golpes nesta vida,
tão fortes... Eu não sei!
Comentários
Postar um comentário